Una definición simple nos dice que ‘metacognición’ es ‘pensar acerca de pensar’. En otras palabras, es la conciencia que tenemos de nuestro propio pensamiento (esa voz que nos da instrucciones cuando estamos enfrentados a la resolución de problemas, por ejemplo).
El estudio de la metacognición se inicia con J. H. Flavell (1979), psicólogo inglés especialista en psicología cognitiva, que la define como: "La metacognición hace referencia al conocimiento de los propios procesos cognitivos, de los resultados de estos procesos y de cualquier aspecto que se relacione con ellos; es decir el aprendizaje de las propiedades relevantes que se relacionen con la información. Por ejemplo, yo estoy haciendo metacognición si advierto que me resulta más fácil aprender A (situación de aprendizaje) que B (situación de aprendizaje)".
Según W. Winn y D. Snyder (‘Cognitive Perspectives in Psicology’, 1996) la metacognición consiste en dos procesos básicos que ocurren simultáneamente: monitorear nuestro progreso mientras aprendemos y hacer los cambios y adaptar las estrategias si percibimos que no vamos bien. Se trata de auto-reflexión, iniciativa, establecimiento de metas y manejo de tiempo.
Gérard Vergnaud en su libro ‘Aprendizajes y didácticas: ¿Qué hay de nuevo?’(1994) señala: “En la investigación sobre el desarrollo cognitivo, los años ’70 se vieron marcados por un creciente interés respecto a la metacognición. Los procesos metacognitivos son aquellos a través de los cuales el sujeto llega a conocer y controlar su propio funcionamiento cognitivo” (pag.188).
Considerando todas las definiciones anterior podemos deducir, entonces, que ‘metacognición’ es la habilidad de controlar y regular nuestros propios pensamientos (los pensamientos, ideas, recuerdos son procesos cognitivos), de saber cómo aprender, aprender a controlar y monitorear nuestro propio aprendizaje.
Tratando de internalizar esta definición me pregunto, ¿de qué sirve controlar nuestros pensamientos? ¿cómo afecta esto nuestra práctica docente?
Investigadores como Jonh Flavell (1979) y A.L. Brown (1987) demostraron a través de sus investigaciones que el desarrollo de las capacidades metacognitivas es uno de los factores importantes de la evolución del rendimiento, un factor determinante en la diferenciación entre un aprendiz eficiente y otro que no lo es y, por lo tanto, un factor asociado a la deserción o fracaso estudiantil (asociado a la capacidad de resolución de problemas).
Desde este punto de vista, el potenciar capacidades metacognitivas en nuestros alumnos adquiere mucho más importancia de la que podíamos considerar inicialmente al asociar la metacognición sólo con ‘pensar’ y, a su vez, asociar ‘pensar’ con una beneficiosa actividad mental. La metacognición es esencial para promover el pensamiento crítico, y una poderosa herramienta que guarda una directa relación con un aprendizaje más o menos eficiente.
Probablemente todos nos hemos visto en la situación que nuestros alumnos han respondido con un ‘porque sí’ cuando intentamos que fundamenten una respuesta que, aunque sepan su respuesta correcta, no logran identificar el por qué. Bueno, esto indica una falta de conciencia metacognitiva.
El profesor Marvin Marshal (en www.teachers.net/gazette) dice que el colegio, hoy en día, pone énfasis en las respuestas ‘correctas’ y en las ‘soluciones únicas’ (suena familiar, no? cuando en muchísimas situaciones lo que importa no es cuántas respuestas correctas sepamos, sino la forma en la que procedemos cuando no sabemos. Para estimular procesos metacognitivos sugiere a los profesores:
a) huir de la rutina. Cada vez que una tarea esté a punto de tornarse rutinaria debemos introducir una tarea más compleja para forzar el ejercicio del pensamiento conciente.
b) promover que nuestros alumnos hablen acerca de lo que pasa dentro de sus mentes cuando abordan una tarea, que explique cuál fue la estrategia y que piensen de qué otro modo pudieron haber llegar al mismo resultado.
c) formular preguntas como ‘dé tres razones por qué las respuestas son incorrectas’. Al responder una pregunta como ésta, los alumnos aprenden a hacer comparaciones (función cognitiva), y toman conciencia de que lo están haciendo (función metacognitiva).A medida que los estudiantes adquieren más destreza en el manejo de estrategias metacognitivas, adquieren más confianza y logran mayor independencia como aprendices y se sienten más comprometidos y responsables de su aprendizaje.
En una época donde e-learning y la educación a distancia ganan espacio, ¿no es acaso más necesario cultivar y potenciar las capacidades metacognitivas de nuestros alumnos?
viernes, 1 de junio de 2007
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2 comentarios:
me gustaria conocer mas del tema que bibliografia me recomiendas
Nancy Barros de Colombia
muy interesante, hay que escuchar nuestras ideas, y analizarlas.
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